viernes, 21 de marzo de 2014

Las ventajas para un intérprete de romperse un brazo

Como muchos sabréis, además de intérprete también soy traductora y, en resumidas cuentas, usuaria habitual del ordenador. Una de las cosas más útiles que aprendí en mis años mozos fue a escribir a máquina a toda velocidad con las dos manos. 

Durante mis años de traductora, muchos compañeros me hablaron de las bondades de los programas de dictado, pero yo siempre les contestaba que era capaz de teclear más rápido de lo que podía pensar, y que por tanto para mí no constituían ninguna ventaja. 
Además, había oído decir que la curva de aprendizaje de estos programas tiene poca pendiente (es decir, que el proceso es muy lento) y que para sacar un buen provecho de ellos es necesario dedicar muchas horas a su entrenamiento. Por estas y por otras razones nunca me planteé su utilización.


Sin embargo, hace cuatro semanas,  una placa de hielo en la montaña y unos bastones colocados indebidamente me obligaron a cambiar rápidamente de opinión: de repente me vi con un brazo roto y escayolado de tal manera que era imposible utilizar los dedos para teclear en el ordenador. 

Difícil teclear de esta guisa

De todos modos, cualquier leve roce en los dedos ya resultaba doloroso, por lo que pronto me di cuenta que los dedos de la mano derecha iban a pasar una larga temporada en el dique seco.

He de decir que lo primero que pensé cuando me caí fue: «¿cómo voy a trabajar ahora estando lisiada?». Es uno de los aspectos negativos que tiene el ser autónomo con unos gastos fijos nada despreciables: salvo causa de fuerza mayor, el interrumpir la actividad no es una opción viable.

Así que rápidamente empecé a valorar la posibilidad de utilizar un programa de dictado, puesto que tenía 3.000 palabras que entregar al cabo de menos de 48 horas y, al contrario de lo que creí inicialmente, teclear con una mano no es, ni mucho menos, la mitad de rápido que teclear con dos, sino mucho más lento. 

Lo primero que hice fue probar el programa de dictado que incluye Windows 7. 

Interfaz del programa de reconocimiento de voz de Windows
Es un programa muy básico, pero funciona con cualquier programa donde haya un espacio para escribir y el resultado, sin necesidad de entrenamiento alguno, es más que aceptable, al menos como plan B, pues no tenía del todo claro con qué programas de traducción asistida son compatibles los programas de dictado que hay en el mercado. 

A continuación decidí probar un programa de dictado comercial, el que utilizan muchos traductores: Dragon Naturally Speaking v10. Cuál no sería mi sorpresa cuando, tras un curso acelerado de una hora impartido por un alma caritativa al que no le importó trabajar en domingo y una hora adicional dedicada a entrenar al famoso «dragón», empecé a dictar a una velocidad superior a la que alcanzo tecleando con las dos manos, y eso que era un texto científico plagado de números, etiquetas internas y términos a priori extraños. El programa cuenta con una función de corrección, que le permite aprender de sus propios errores, conocer el vocabulario que el usuario utiliza con más frecuencia e incorporar a su diccionario nuevas palabras, tras entrenarlas previamente. 

Interfaz de Dragon Naturally Speaking v10

Todo un descubrimiento. En solo seis horas, con el dragón y unos auriculares USB con micrófono incorporado, conseguí acabar las 3.000 palabras que tenía que entregar al día siguiente. No me lo creía ni yo.

Y ahora diréis: «¿y esto qué tiene que ver con los intérpretes? ». Pues tiene que ver, y mucho. Para que el programa te entienda correctamente no es necesario hablar especialmente despacio, sino que es imprescindible vocalizar y modular bien la voz. De hecho, cuanto más completas sean las frases que elabora el usuario, mejor las reconocerá el programa y menos errores cometerá. Tras varias semanas utilizando el programa a diario varias horas al día, me he dado cuenta de que la modulación de la voz y la vocalización han mejorado y y también de que dictarle al ordenador constituye por sí mismo una estupenda práctica de interpretación, pues equivale a interpretar un discurso leído (excluyendo, claro, la dificultad añadida asociada a la velocidad del ponente) o a hacer una traducción a la vista. En definitiva, horas de práctica diaria de interpretación mientras traduces, escribes correos electrónicos o publicas contenidos en redes sociales… sirve para todo.

Huelga decir que no recomiendo a ningún intérprete fracturarse el brazo para descubrir las consecuencias positivas que puede tener, pero sí que animaría a los intérpretes a utilizar los programas de dictado como una herramienta de apoyo y como un entrenamiento per se. 

Y para muestra, un botón: esta entrada del blog la he dictado en su totalidad (con la ayuda de mi mano buena) y pensarla y escribirla apenas me ha llevado 20 minutos.  Yo diría que merece la pena darle una oportunidad al dragón. ¿Lo habéis probado? ¿Conocéis algún otro programa de dictado que dé buenos resultados? Hasta el próximo dictado…