viernes, 20 de abril de 2012

Cabina aislada y sin visibilidad

Por fin he vuelto a cabina, que ya había ganas. Esta vez la interpretación era fuera de Madrid, lo que para algunos puede ser un inconveniente pero para servidora es un "plus"... a mí me gusta viajar en cualquier circunstancia, aunque sea en autocar, a un lugar helador y sin mucha gente por la calle en cuanto dan las ocho de la tarde.
Esta vez la interpretación era en una cabina fija, nada de cabina móvil. Amplia (habrían cabido 3 personas perfectamente), bien aislada de la zona de ponentes (en cuanto al ruido) pero con dos pegas:


1) Al estar tan aislada de la zona de los ponentes y el público, es mucho más difícil interaccionar con ellos y, en concreto, hablar con ellos para recordarles que el éxito de la labor interpretativa depende tanto de la calidad del intérprete como de la velocidad del ponente y de la estructura de la que dote a su discurso. Al estar allí lejos, en una ventanita que apenas se ve desde la sala, es mucho más fácil soltar sin remilgos el ya famoso "yo hablo mal y hablo rápido...lo siento por los intérpretes", como si el orden y la velocidad del discurso vinieran de serie, sin posibilidad de modificación. Añádele a eso un endiablado acento escocés (sí, sí, hay que practicar más todo tipo de acentos) y a sudar tinta china.

2) No entiendo la gracia de construir una cabina para los intérpetes que está dotada de una visera enorme que impide ver las 2/3 partes de la pantalla donde se proyectan las presentaciones. Esto es lo que se veía agachándose:



Los ponentes no son conscientes de ello, por lo que en ocasiones lanzan el temido "los traductores pueden traducir directamente de la presentación", obligándonos a agacharnos y a adoptar cómicas posturas para poder ver un par de líneas más que en posición sentada. Le he dado muchas vueltas al tema pero sigo sin entender la función de la visera. ¿Alguien tiene alguna idea?

Por lo demás la interpretación fue interesante y llevadera, gracias a que era un tema ya abordado en pasadas interpretaciones, y más aún gracias a los opíparos coffee-breaks que lograban contrarrestar cualquier posible bajón de glucosa, como muestra la imagen.